Me da la impresión de que cuando más sabe uno de Historia y más uno lee los periódicos, más derecho tiene a cabrearse. Cuando un país, una organización o una persona está criticando y poniendo a parir posicionamientos o actitudes de otros países, organizaciones o personas que precisamente contribuyó a originar, y uno lo ve como espectador tercero, o neutral en la medida de lo posible, lo único que queda es escupir a los pies y a la cara de todo el mundo.
Cuando se han perdido las referencias y lo único que se busca es el lucro por encima de cualquier otra cosa y las empresas se quieren vincular de pronto al sector de la ecología o gestión de residuos, resulta que es debido a la cantidad que las Administracioes pagan por tonelada tratada.
Entonces yo me pregunto si la gente que dirige esas empresas y toman las decisiones concernientes a esas empresas y gestiones tiene hijos, y qué pretende legar a esos hijos, o si de verdad creen que lo mejor que les pueden legar es una herencia económica en vez de un soporte físico en el que vivir. Soporte físico, digo, porque para que nuestros hijos puedan tener las vidas que decimos siempre que queremos para ellos, es decir, puedan tener buenos estudios y un buen trabajo y su propia familia, lo básico es que tengan un sitio donde hacerlo. Parece que tenemos la cabeza llena de buenas intenciones e ideas abstractas pero no caemos en ir a lo práctico, a lo básico. Porque si España recicla sólo un 7% de los residuos que genera (frente al 60% de la media europea), lo que les estamos dejando es un montón muy grande de mierda entre el que se tendrán que abrir paso a codazos. Y aprovechando la expresión, no me refiero a la mierda palpable y visible que nostros mismos generamos, sino también a la cantidad de mierda que hacemos: conflictos entre israelíes y palestinos por culpa de romanos, británicos y estadounidenses que salpican a 4 ó 5 países; conflictos entre países y regiones independientes en los que unos países meten sus narices en uno y otro bando por intereses económicos y de recursos puramente; todo esto teniendo en cuenta que se le llama conflicto y no guerra, masacre o matanza por el recurso de que la palabra conflicto comprende desde una pequeña discusión sobre si la piruleta es para ti o para mí hasta un genocidio por decidir (y ni que de veras tengan la intención de decidir estoy segura) si esa parte de ese país -con esas personas dentro- es para ti o para mí.
¿Y yo he de tener ganas de meter a un hijo mío en un cubo tan llenísimo de mierda? Yo no dejo a un hijo mío aquí ni harta de vino.
Pero todo sigue adelante. Toda esta mierda sigue avanzando y nadie parece prestar atención. Uno lee el periódico, se lleva las manos a la cabeza y exclama ¿¡pero es que no se dan cuenta!? ¿No se dan cuenta las personas que deciden que no es así como hay que hacer las cosas, que así no vamos a ir a parar a ningún buen puerto? Entonces el lector del periódico, perdido en el desconocimiento del entramado del funcionamiento de las cosas y la imposibilidad de saber exactamente de quién habla cuando dice "las personas que deciden", se pierde, no sabe por dónde empezar y la única conclusión a la que llega es que él no es "una persona que decide" y no hace, comprensiblemente, nada.
Estoy hasta los huevos que tengan valor las cosas que reprimen el espíritu humano, y las cosas que de veras nos hacen sentir bien no se apoyen igual ni se hable de ellos, y se las haya de buscar cada uno a nivel individual y no porque sean reconocidas a nivel de sociedad. No, yo no soy feliz al al ver que la chica del anuncio de colonia es más guapa, más delgada y tiene el pelo más bonito que yo. ¿Cómo voy a ser feliz si sé que esa chica siempre será más guapa, más delgada y tendrá el pelo más bonito que yo? Porque, por otra parte, si no tengo asumido que eso es así, lo será siempre y que no existe ningún motivo de peso para querer que sea de otra forma, es que tengo un problema muy grave, que en realidad es lo que la mayoría tenemos grabadito a fuego en el fondo del cerebro, y de ahí que siempre tegamos algo de infelices por saber que nunca seremos como u patrón absurdo que alguien se inventó.
En cambio sí soy feliz y me siento importante, casi trascendente, cuando tengo una buena conversación con un amigo, o me salgo de la rutina y me da por hacer alguna de las cosas que no me venden por la tele o en las vallas publicitarias, y dejo que mi imaginación escoja y sea yo la que decida, porque yo lo he creado, lo que hacer, y no la selección de un producto colocado en el mostrador de las actividades de ocio.
2 comentarios:
La bellesa està als ulls de qui la contempla.
Salut i alegria; i fins aviat! :-)
Quina il·lusió trobar-se altra vegada un d'aquests escrits per aquí.
Lletres que, sovint amb tota la raó del món, es caguen en això i allò sense miraments.
Ho trobava a faltar :)
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