miércoles, mayo 31, 2006

5/4/2005

"Las cosas que se ven diferente cuando las has vivido desde el otro punto de vista.
Lo diferentes que se ven las cosas desde cada lado del espejo.
Lo que se aprende al vivirlo. Que querer a alguien no es decirlo todo, sino decir lo que hace falta, ignorar lo que estropea.
Dejar que otros aprendan con el tiempo, porque uno ha aprendido que a lo dicho no siempre se le cree... ¿por qué? por el punto de vista en que se encuentre."

lunes, mayo 29, 2006

Burgués

De ‘burgo’, ‘habitante de los burgos’. ‘Burgo’ deriva del bajo latín burgus, y éste a su vez del germánico burgs, que designa a la ciudad pequeña y amurallada. Muchas ciudades fortificadas en varios países europeos, de diversas lenguas, incorporaron burgo a sus nombres, como ocurrió con Gotemburgo (Suecia), Hamburgo (Alemania) y Estrasburgo (Francia). La palabra ‘burgo’ ingresó al castellano a fines del siglo XI, con el significado de 'suburbio o arrabal'. Dos siglos más tarde, los habitantes de las ciudades amuralladas ya eran llamados burgeses y, más tarde, burgueses. Pero, todavía eran burgueses pobres y no soñaban con enriquecerse ni, mucho menos, con tomar el poder. Despreciados por los nobles y por los artesanos, estos burgueses eran herederos de la clase medieval de los villanos y, por falta de alternativas, se dedicaron al comercio, dando inicio así a la acumulación de riquezas que algunos siglos más tarde serviría de base para el surgimiento del capitalismo. Con la aparición de la doctrina marxista, a partir del siglo XIX la burguesía pasó a ser identificada como la clase dominante del modo de producción capitalista y, como tal, se le atribuyeron los méritos del progreso tecnológico pero también se la responsabilizó por los males de la sociedad contemporánea. Los marxistas acuñaron también el concepto de ‘pequeña burguesía’, como llamaron a un sector de las capas medias de la sociedad actual regido por los valores y aspiraciones de la burguesía.
La palabra del día
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Las firmas de apoyo al manifiesto en defensa del buen uso del idioma español se acercan a las diez mil.
No deje de firmar el documento propuesto por trabajadores del idioma: correctores, traductores, escritores y profesores de castellano. El idioma que heredamos es el gran patrimonio compartido de los hispanohablantes.
Puede firmarlo en
www.elcastellano.org/manifiesto.html. (No se piden datos personales)

sábado, mayo 27, 2006

Entrevista a Elisabeth G.Iborra

¿Qué tienen en común una generación que usted sitúa entre los 23 y los 44?
El tipo de relaciones afectivas que establecen. La historia que vive un chico de 25 se puede parecer mucho a la de una mujer de 40, sobre todo porque no hay un tipo de relación determinada como antes, hay mil variedades.

Pero si hay libertad de elección, ¿por qué hay más fracasos?
Cuanto más puedes comparar, más cuesta decidirte. Te preguntas: ¿y si el siguiente es mejor?

Dice en su libro que se está viviendo un momento de transición. ¿En qué consiste?
En encontrar un modelo nuevo para ser felices y abandonar la presión del patrón clásico, que nos dice que tenemos que tener pareja, ser madres, ser supermujeres.

¿Es la segunda liberación de la mujer?
Nosotras somos las herederas de los años 70, pero la liberación todavía no está desarrollada. Tenemos que rebajar el nivel de autoexigencia que está provocando mucho estrés y ansiedad. Tampoco podemos pedirles a los hombres que sean perfectos, y lo hacemos.

¿Qué papel tiene el hombre en este momento?
Está muy perdido. Hay muchos tipos de mujeres, y cada una quiere una cosa. a veces se les exige mucho y se están dando casos de anorgasmia masculina.

¿Qué haría falta para mejorar las relaciones? ¿Hay esperanza?
Yo creo que sí. Primero hay que empezar por uno mismo, luego saber expresarlo, y finalmente sacarnos todos los tópicos establecidos sobre qué quieren los hombres o las mujeres. Todo ha cambiado. Yo, por ejemplo, no busco casarme.

¿Es un libro de autoayuda?
No, en absoluto, porque yo creo que cada uno tiene que hacer su camino, aunque el lector se puede identificar con los testimonios, darse cuenta de que se trata de un problema generacional y también encontrar algunas pistas en las explicaciones de los expertos.

¿Una pista?
Si aceptásemos que somos polígamos por naturaleza, seríamos mucho más felices y dejaríamos de sentirnos culpables cuando somos infieles.

jueves, mayo 25, 2006

Ciudad del hombre, New York (fragmento)

WATER STREET

El mundo nos resulta ajeno, inhóspito.
Debiera ser destruido por completo.
Construir un mundo nuevo sin sus ruinas.

Y estrenar una vida diferente.

Pero al pasar el tiempo el nuevo mundo
tampoco hallarán propio nuevos hombres..
También ellos querrán un mundo nuevo.

Mejor fuera destruirlo y no hacer otro.


DOYERS STREET

No vendrá. De verdad. No vendrá nunca.

Mi cuarto es muy modesto para el éxito.
Ni hallaría la casa tan siquiera.

Mi cuarto es muy austero para amigos.
Nadie viene a reunirse entre estos muros.

Mi cuarto es también frío y muy pequeño.
¿Cómo cobijar, pues, un gran amor?

No es lógico esperar. No vendrá nunca
un éxito, un amigo, un gran amor.

Debiera de una vez cerrar la puerta.


ELISABETH STREET

Hoy me ha dicho mi madre: «Ya he tenido
en mis brazos los hijos de mis hijas.
Quizás un día alcance a ver los tuyos».

Yo no la he contestado. No acostumbro
a hacerlo. Rara vez. Sigo comiendo
mientras leo un periódico cualquiera.

Pero ella no se queja. No se queja
de mi duro silencio. Envejecida
queda ante mí, distante, humildemente.

Y ella debe haber sido, de mi vida,
el centro importantísimo en mi infancia.
Ahora es un casi olvido de la muerte.
Cual si estuviera muerta su presencia.

Yo no le digo nada. Me molesta
que esté pendiente siempre de mis actos,
con afán de ayudarme, de serme útil.

Me siente desdichado. Y piensa, acaso,
darme una solución. Dice, por eso:
«Quizás un día alcance a ver tus hijos».

Sin haber terminado de cenar
he salido de casa. Tengo que huir
de mi entorno, de mí. Ser yo, distinto.

No es fácil escapar de lo que es uno.
A veces se consigue, por un tiempo,
con un libro. O el cine. O la bebida.
Miro la cartelera de espectáculos.


KENNAMORE STREET

Yo quiero que tú sufras lo que sufro:
aprenderé a rezar para lograrlo.

Yo quiero que te sientas tan inútil
como un vaso sin whisky entre las manos;
que sientas en el pecho el corazón
como si fuera el de otro y te doliese.

Yo quiero que te asomes a cada hora
como un preso aferrado a su ventana
y que sean las piedras de la calle
el único paisaje de tus ojos.

Yo deseo tu muerte donde estés.
Aprenderé a rezar para lograrlo.


AVENUE OF THE AMERICAS

Podemos elegir entre estar juntos
y hacernos mutuamente desgraciados.

O separarnos ahora y ser también
cada uno por su lado desgraciados.


WEST 33RD STREET

La pareja perfecta es uno solo
haciéndose el amor. Ninguna chica
conoce el cuerpo mío cual yo mismo
y, por tanto, es más sabia mi destreza.

Qué suave recorrido placentero
por las zonas sensibles de mi físico.
Qué mano que no es mía ni es ajena
sino que es tacto, roce, soplo angélico.

Qué en su justo momento el adentrarme
en la medida exacta de mis límites.
Anchura o estrechez, cuanto me plazca,
consigo en el instante apetecido.

Qué variación inmensa obtengo estando
conmigo mismo, amando incluso a aquellas
que niéganme el contacto. A todas cuantas
me venga en gana entonces disfrutarlas.

La pareja perfecta es uno a solas
haciéndose el amor. En ambos sexos.
Resulta incomprensible esa obsesión
que nos lleva al amor en compañía.


FIFTH AVENUE

Ese sentirse solo a la salida
del trabajo, del cine, al ir a casa...

Saber que nadie espera que uno llegue
para alegrarse al verle o rechazarle,
hace enemiga calle la desierta
e inhóspita la calle más poblada.

Los amigos... Me cuentan sus problemas
y se marchan aprisa. Y uno queda,
de nuevo, otra vez, solo y debe, siempre,
replegarse en su yo y su aburrimiento.

Qué vacío descubre uno en sí mismo
cuando uno mismo busca su yo interno.
Qué ser desagradable se contempla
cuando su propio ser uno examina.

Y aquí, entre tanta gente, en la ciudad,
siente uno que no importa nada a nadie.


MADISON AVENUE

Hay que huir de la gente. Los amigos
tienen palabras, gestos y miradas
con una piedra dentro que hace daño.

Hay que huir de la gente. La familia
es la mano que aguanta la cabeza
para que permanezca bajo el agua.

Y el amor es tan sólo una palabra
que una mujer nos pone entre los brazos.
Al irse la mujer duele su nombre.

Estar aislado es grato para el alma.
Estar aislado es grato para el cuerpo.
Morir es sólo aislarse un poco más.


EAST 52ND STREET
Para hablar no te quiero. Tengo amigos
para tratar de cosas que me inquietan
y ahondar en las ideas que me importan.

Y no nos condiciona nunca el sexo.
Nos lo pasamos bien. Y «Adiós». Y «Hasta otra».
Contigo es diferente. Lo que cuentas
no me interesa nada en absoluto.

Y he de escuchar, no obstante, atentamente
y ocultar mi fastidio a tus palabras.
Porque sino te niegas a mi amor.

Y cuando a mí se ciñe tu figura
grácil y delicada voy perdido.

Pues al sentir tu cuerpo a mí abrazado
nada tiene interés que tú no seas.
Y yo ya no soy mío, sino tuyo.

Y así debo evitar en nuestra charla
lo trascendente; reír tus tontas gracias,
acusarme de estar equivocado...
Entonces sí que accedes a mi amor.

De no mediar el sexo y ser tan bella
te hallara aborrecible y despreciable.
O serías perfecta si no hablaras.


EAST 47TH STREET
Nunca acaba esta noche. Nunca acaba.
Ya pasa poca gente por la calle.


Todos duermen, malditos, y descansan.
Las ventanas, los párpados cerrados,
reposan a su vez en las paredes.

Sólo yo voy sin rumbo por la calle
seguido por el ruido de mis pasos.

Todo parece estar en paz, tranquilo,
con la preocupación diaria arrojada
a un rincón, como ropa que se ha usado.

Y no acaba esta noche. Debería
llegar en este instante el fin del mundo.

J.M. Fonollosa

lunes, mayo 22, 2006

Adiós Alberto, hola eulalia

Quien más quien menos estará ya familiarizado con la historia de Alberto, mi canario, quien apareció en mi vida justo el día en que mis padres se marchaban de vacaciones (hace ya casi un año), para no dejarme sola en el sopor del verano en Barcelona.
Mi padre, la mañana del día en que salía de viaje con mi madre hacia Galicia, se encontró un pajarillo en la calle. Fue a la tienda de animales más cercana, compró una jaula, y la señora propietaria de la tienda sexó al pajarillo en cuestión, estimando en femenino el género del animal encontrado. Así que la señorita pájara se quedó en la repisa de mi ventana, dentro de su jaula, para sorprenderme al llegar a casa.
Poco después, la señorita pájara en cuestión empezó a cantar de tal manera que, para sorpresa del respetable, tuvimos que acabar acordando en masculino el sexo del animal, puesto que tanto trino no era normal para una pájara que no necesita cantar para que los machos le hagan caso.
Poco antes, un día, mirando al canario mientras lo limpiaba, había decidido llamarle Eulalia. Con el cambio de sexo, me lo volví a mirar y le llamé Alberto.
En las últimas semanas Alberto ha tenido un comportamiento extraño. Había días en que le notaba pachucho, un día mi madre le diagnosticó afonía y más recientemente le había dado por arrancar papelitos del periódico que tiene en el fondo de la jaula y meterlos en el nido que le compré para que, en invierno, Alberto no sufriera tanto por el frío. Hace tres días, medio en broma, mi padre me dijo: "No te extrañe que te encuentres un día de estos huevos en el nido". Claro.
Hoy, cuando he llegado a casa, Alberto estaba metido en su nido. Raro, porque hacía calor y era de día. "Este pájaro se me va a morir", pensé yo.
Y cuál ha sido mi sorpresa al mirar la jaula cuando Alberto estaba fuera del nido.

Estos no son los huevos de Alberto.
Estos son los huevos de Eulalia.

















Y ésta es Eulalia incubando sus huevos.

















Desgraciadamente, mi pequeña Eulalia no está incubando nada. Yo no tenía ningún motivo para ponerle a Alberto un canario; menos mal que no le puse una canaria.
No sé qué gana la naturaleza obligando a las mujeres a juntarse con un macho para poder procrear. Supongo que el hecho de tener que elegir con quién juntarse hace que, de alguna manera, la especie evolucione a mejor (quizá por eso Angelina y Brad están embarazados, y así de paso dejan a la Humanidad en ridículo), pero en tal caso, ya que hay que buscar alguien "que le germine" a una, tampoco sé qué necesidad hay de hacernos poner huevos o generar óvulos tan a menudo.

En fin, Eulalia es la pequeña pájara que trina cuando yo me lamento porque estoy triste, la que me recuerda cuán mutable es el mundo, y, desde ahora, mi nuevo icono femenino.
Eulalia es la que empezó a cantar cuando nadie lo esperaba, y cantaba cual canario. Quizá no era lo que todos esperaban que hiciera, pero, si ella quería, quién se lo impedía. Ahora, como si de la más orgullosa madre soltera se tratase, va y me pone dos huevos. Sale del nido, arranca papel de periódico, entra en el nido, incuba un poco y, de mientras, la mujer va piando.

Quien la quiera conocer, será para mí un orgullo abrirle las puertas de mi casa.

miércoles, mayo 17, 2006

tiku tiku

Que alguien se atreva a decir que no estoy preciosa en esta foto.














A mi izquierda, Dominatrix y Pelandrusca ("molta merda").

Y aunque no lo parezca, este post es lo más humilde.

viernes, mayo 12, 2006

miércoles, mayo 10, 2006

Los pepinos

Estaba yo en el súper hace un rato, escogiendo dos pimientos verdes y dos pimientos rojos, y también dos hombres más estaban ojeando las verduras.
Y de pronto, el que tengo más cerca, me dice, en catalán:
-Oye, perdona, es que me siento ridículo...
¿Voy a saber yo algo que no sepa este pobre hombre sobre verduras?, pensé.
-Es que me siento ridículo, pero... ¿cómo se dice "papinu" en catalán?
Y me he empezado a descojonar.
Y el hombre:
-No, si a mí ya me gusta que lo pongan en catalán, pero...
-Cogombre, hijo, se dice cogombre.

Pues el hombre tenía razón; tampoco es una palabra que salga tan fácilmente, qué queréis que os diga.

lunes, mayo 08, 2006

Vértigo

"Ese chico pelirrojo a quien veo cada día

Clase: Religión
Tema: Dios, la creación, el mundo y las criaturas.
Indicación: Desarrollad el tema sins eguir el libro de texto. Exponed, libremente, problemas, dudas y soluciones personales al respecto.
Curso: Tercero.
Edad: 12 años.
Nombre: Martín Torca.

Redacción

Yo, la verdad, hace tiempo que no medito sobre esas cosas. Quizá sea malo no hacerlo, pero le diré, cuando pienso, o leo, o oigo la frase <>, me imagino al mundo, todo entero, a Dios fuera del mundo y a mí mismo andando por una calle muy muy larga, llena de coches, árboles y gente, veo montañas, ríos, animales en las selvas, otras ciudades con muchas casas y gentes, lo veo, cómo le diría, como si yo estuviera muy lejos, como una película, sí como si estuviera en un cine pero la pantalla al fondo de una sala muy larga, y allí estoy en la película y a la vez mirando la película, y, la verdad, me mareo. Sí, porque pienso: alguien ha hecho esta película en la que salgo y miro a la vez. Podría ser Dios, a lo mejor, el que la ha hecho (lo dijo como un ejemplo), pero entonces pienso que yo, si tuviera una máquina, una cámara, podría filmar una película, y no por eso sería Dios, y a la vez alguien que también tuviera una cámara, podría filmar una película en la que apareciera yo filmando mi película, y otro alguien podría también hacer una película en que saliera el alguien que me stá filmando a mí. Bueno, pues cuando pienso en el mundo, me pasa eso a mí, que es como si viera una peli -cula en la que salgo y a la que estoy mirando, y me siento que me están mirando, no sé quién, mientras yo miro la peli en la que salgo. Me mareo, y por eos ya nunca pienso en esas cosas. Antes, hace tiempo, sí pasaba horas y horas dándole al magín, tanto llegó a preocuparme el asunto de la creación que incluso se me quitó el apetito y el sueño y tuvieron que llevarme al médico. Si no lo cree pregúnteselo a mi madre. Ahora no sé qué escribir sobre el tema, porque ya lo he dicho, no me gusta pensar en ello. Pero puedo explicar las conclusiones a las que llegué hace tiempo, cuando meditaba sobre el asunto. Emepecé a darle vueltas a la cosa hace tiempo. El día de mi cumpleaños me regalaron mis padres todo lo que yo les había pedido, peo mia buela, la tacaña, sólo me regaló una caja de lapiceros de colores y un cuaderno de dibujo. Me fastidió, porque yo le había pedido un coche eléctrico que funcionara con pilas, pero ya le digo, ni siquiera eran acuarelas y el cuaderno. Nos abía dibujar ni me gustaba. Así que guardé el regalito y no lo usé hasta al cabo de muchos meses, porque yo ya tenía lápices de colores y aunque, la verdad, me gustaestrenar lápices y bolis nuevos, como eran regalo de la abuela que me la había jugado, los aborrecí y a punto estuve de dárselos a mi hermana, cosa que no hice porque ella es como es, y le das algo y ya se cree con derecho a creer que todo lo tuyo es suyo, si le das una goma de borrar luego te pide una pluma y si se la das luego te pide otra cosa y cada vez te pide cosas más gordas. Así que no le di la caja de colores. Y yo ya no me recordaba que tenía colores por estrenar y un día estuve en cama, enfermo, con amigdalitis que tenía fiebre y todo, y mucho miedo también porque hacía poco había muerto un hijo de un amigo de mi padre y se me ocurrió que lo mismo podía morirme yo, así que venga llorar y pedirle a mi madre que no me dejara solo. Mi madre para que me distrajera y dejara de dar la lata bajó al quiosco y me compró tebeos. al final de cada tebeo había una página con dibujos: tanques, pistolas, soldados, muchas cosas había que colorear, y como mi madre no encontraba mi plumier en donde tenía yo mis lápices de colores (yo me creo que mi hermana los cogió pensando que como estaba enfermo me iba a morir y podría quedárselos) va y me da la caja que me regaló la abuela. Era bastante grande la caja y en ella, dibujado, había un niño que en la mano tenía una caja de colores como la que tenía yo, y en la caja que tenía el niño, dibujado, había otro niño, el mismo pero más pequeño y en sus manos una caja de colores más pequeña también donde había el mismo niño, aún más pequeño, con la misma caja en la mano, aún más pequeña, y en esa cajita otra vez el niño, mucho más pequeño con una caja en la mano... Y así iba yo contando niños y cajas, unos dentro de otros hasta que... creo que lo cuento mal, pero empecé a marearme y dejé de mirar la caja de colores y me vi en el espejo del armario, que estaba frente a mi cama, y claro, fíjese, me vi con la caja de colores en las manos. Fue una sensación muy rara: yo tenía en las manos una caja en donde había un niño que tenía la misma caja en las manos y en esa caja había otro niño igual con una caja igual y en la caja... Tuve que pellizcarme, en serio, porque pensé que también yo era un niño con una caja en la mano, dibujado en una caja y en tal caso, otro niño mayor que yo tenía en las manos la caja en donde yo estaba dibujado con mi caja. Y claro, ese niño mayor que yo estaba dibujado en una caja mayor que la mía, y estaba en las manos de otro más grande que tenía en las manos la caja en donde estaba el niño más mayor que yo, y que tenía la caja en donde yo estaba. Mi madre dijo que era la fiebre, cuando yo le expliqué esas cosas, y me quitó la caja de colores. Dormí mal, ¿sabe? porque se me dio por pensar: y una de esas cosas que pensé era, mire, que igual que a mí se me podía pasar por la jeta romper la caja y a la vez romper al niño dibujado sosteniendo otra cajita, de la misma manera el niño mayor que yo, el que tenía en la mano la caja en donde yo estaba se le podría pasar por las narices romper su caja (en donde yo estaba), ¿y qué iba a pasarme a mí? ¿Qué culpa tenía yo, si al niño más grande que yo se le ocurría romperme, así, porque sí? ¿Y qué culpa tenía el más pequeño que yo, el que estaba en mi caja, si a mí me daba la gana de romper la caja y a él? Y si la gamberrada, se le pasaba por la cabeza al chico mayor que tenía una caja en la que estaba el mayor que yo, ¿qué?, lo mismo, de rebote recibía yo y también el que estaba en mi caja y así hasta no parar de contar. Otra cosa que pensaba: yo veía al que estaba en la caja que yo tenía, pero ¿me veía él?, supongo que no, porque yo no veía al que tenía la caja en donde yo estaba. Claro, todo esto se me ocurría a mí entonces porque era más pequeño y menos inteligente y no pensaba bien, quiero decir no correctamente, no daba en el clavo, porque se trataba de dibujos, eso me explicó mi padre. Porque claro, yo estaba en la caja, pero aparte estaba en la cama o en el comedor, o en el váter, o en la calle y en la caja no habían dibujado ni váter, ni calle ni comedor. Pero fíjese lo que me pasó que cuando me curé no se me fue la cosa de la cabeza, y en la calle, o en el colegio, o jugando, o comiendo, se me daba la sensación a mí de estar en un sitio cerrado y pequeño y ese sitio estaba metido dentro de otro sitio un poco más grande que estaba también metido dentro de otro más grande y así hasta que ya no podía imaginar el sitio más más más grande de todos. Me daba vueltas la cabeza, de verdad, si pensaba esas cosas. Y ya verá usted lo que me pasó un día. Ya estudiaba yo ciencias naturales, aunque no tanto como ahora, y sabía que dentro del cuerpo de uno hay cosas: hígado, sangre, corazón, riñones, pulmones, huesos, agua... Y me puse otra vez malo y me hicieron un análisis de sangre para ver cuántos leoconcitos, o leuto... bueno, glóbulos rojos tenía, y entonces resultó que tenía muchos millones, lo menos cuatro o no sé cuántos, dentro de la sangre. Eran más que los habitantes de una ciudad. Y también estudié más tarde que había en el cuerpo tejidos y en los tejidos células, millones y millones de células, como habitantes en el mundo, y que morían miles en un segundo y nacían otras tantas miles al mismo tiempo, como en el mundo también. Me daba angustia pensar, y ahora también al escribirlo, eso de que dentro de mí hay tantas cosas, tantos millones de glóbulos rojos, pues es como una ciudad capital formada por personas, a lo mejor tienen casas, como nosotros, o el equivalente a nuestras casas, porque claro, otras necesidades tendrán. Y las células, si hay tantos y tantos millones de millones, pues es como nuestro mundo. Lo que yo pensaba, que está la Tierra y Marte y Saturno a miles de kilómetros de distancia, pues en relación, bueno, en escala, también los riñones están separados del hígado y del corazón y para estos órganos, tan pequeños, esa distancia que los separa debe ser, a lo mejor, como de aquí a Marte. Tenemos nosotros nuestras cosas, amigos, parientes, hablamos y trabajamos, pues los glóbulos también a su manera, pues su trabajo es alimentar la sangre para que no nos muramos nosotros. Cuando una célula no trabaja es que está enferma o vieja y se muere, como los viejos. Me dio que pensar el asunto, porque entonces es lo que le pasa al hombre, trabaja y cuando no sirve es que es viejo y se muere. Pero así como la célula o los glóbulos o el corazón trabajan para que uno esté vivo, ¿para quién trabaja un hombre? Para otro, digo yo, más grande que él, pues pensé que si hay otros seres dentro de mí, a lo mejor es que yo estaba dentro de otro ser más grande que yo, y que mis padres, mis amigos, las ciudades y los mares y las montañas y todo lo que sé que existe, todo, es un mundo dentro de otro ser, un mundo que sería como el de los glóbulos en mi sangre. Pero entonces ese ser tan grande en cuya sangre hay todo el mundo nuestro, estaría también dentro de alguien, y así es el cuento de nunca acabar. Y dicer mi abuela, que es muy beata, cómo que no hay Dios, pues quién hace el día y la noche, y la suerte y la desgracia, y la enfermedad, los terremotos, y las cosas buenas de la vida. Yo no le digo nada, pero el libro de geografía bien lo explica. Y además, lo que yo pensaba: si tomo, por ejemplo, demasiado chocolate, o la menta de mi padre que siempre se deja un poco en la copa después de comer, yo voy y vomito porque me hace daño a la barriga, a los intestinos o al estómago. Lo noto cuando vomito, que en mitad del pecho se abre como un camino y el estómago se me sube a la garganta. Pues así los terremotos, que ése en el que está nuestro mundo, toma algo que le sienta mal. Ese otro, no sé cómo debe ser. A lo mejor los astronautas van y lo descubren, me dije. Pero luego pensé que no, porque lo que ellos hacen es algo así como si mi hígado se disparara hacia arriba: iría descubriendo el estómago, los pulmones, el corazón... (como ellos llegan a la Luna, o a Marte) pero al llegar a la cabeza chocarían con el cráneo y de ahí no pasarían. Y si el hígado viajara en dirección contraria, ahí abajo sucedería lo mismo: la cosa, la expedición acabaría al llegar a la uña del dedo gordo del pie: nunca podría salir mi hígado de mí y verme. Así los asrtronautas no van a poder salirse del universo y ver al ser por cuya sangre (a lo mejor no tiene sangre, pero se lo digo así para que entienda) anda el universo en donde estamos. Así que yo he dejado de meditar sobre estas cosas, porque cuando me imagino el mundo metido en la sangre o en el tejido de otro ser, me da ahogo y me mareo. Y Dios, bueno a eso iba, pues yo me imaginaba que sería el más grande de todos, pero cuando pienso la de millones y millones de universos que tiene metidos en el cuerpo, y que él debe de estar metido en otra cosa... me da como con la caja de colores, alguien me tiene cogido y no puedo moverme, y así como el glóbulo rojo cumple su función en mi sangre, yo tengo una función en la sangre o en lo que sea, del señor en el que estamos todos metidos, y, si esto es así, del mismo módulo que el glóbulo rojo nace rojo y el hígado hígado y los tejidos óseos tejidos óseos, pues en nuestro mundo uno nace hombre, o serpiente cascabel o león, o mariposa. Pero ya no pienso nada de eso, ya se lo he dicho, porque me mareo y me da asco pensar en los cuerpos por dentro, y, en segundo lugar, porque cuando pienso <> supongo que es porque tengo ganas, y si le empiezo a dar vueltas a la cosa y me digo que lo he pensado porque aquel dentro del cual estoy metido necesita que yo vaya a jugar a fútbol y me lo hace desear para que lo haga en su provecho, pues vaya gracia, me pasan las ganas de ir, por puntillo, y entonces pienso que se han pasado las ganas porque él ya no necesita que vaya a jugar, y me hago tal lío que me pongo muy nervioso y a veces tengo ganas de llorar, porque, la verdad, muy claro no veo yo todo esto. Porque mire usted, dicen que hay buenos y malos, guerras, criminales y malas personas... bueno, en la sangre lo mismo, los glóbulos blancos son los malos, y la de luchas que hay en el organismo, a mí me gustaría ser bueno y me esfuerzo, de verdad, pero ¿y si resulta que en la sangre del ser en el que estoy soy una especie de glóbulo blanco en lugar de ser una especie de glóbulo rojo?, ¿de qué me sirve tanto esfuerzo por portarme bien? ¿Y estudiar? ¿Estudian las células? Claro que no, se reproducen por actos reflejos, aunque, bueno, es posible que el ser en el que estamos sea más complejo que nosostros y para sobrevivir necesito médicos, abogados, científicos para sobrevivir (porque todo está en relación con la escala, sabe usted, y un glóbulo es un microser, y yo ya soy macro, y el otro, el grande, debe ser metamacro y así...) y en tal caso, que estudiemos, trabajemos y suframos debe de ser en nosotros actos reflejos semejantes a los que hacen funcionar a los seres microscópicos. Es muy complicado, me da opresión, es como estar encerrado y entonces el cielo me parece un pie, el pie de alguien muy muy grande y nosotros estamos debajo, como cuando ponemos el pie nosotros encima de una hormiga, o mire, nuestro suelo debe ser como un pie para los que están debajo. Ya no sé, a lo mejor me pone usted un cero, pero la verdad, no puedo pensar en estas cosas. Las preguntas del libro me las sabía todas, pero así, ya le digo: me mareo."
Ana María Moix

jueves, mayo 04, 2006

Cachis

Por causas ajenas a mi responabilidad, y doliéndome en el alma, esta semana no tendremos Cuento de Ciudad.
A las 23:20 más o menos de ayer, cuando me disponía a escribir el cuento en la página, el servidor de Blogger se fue, por lo pronto, a tomar por culo. Y no sé si después o durante, se fue a tomar por culo mi chollo-línea de internet con porrocientos megas más teléfono .
Jo...

miércoles, mayo 03, 2006

Bollilandia existe

Amén.
Por fin algo por la tele que no da por sentado que los homosexuales no miran la tele.
El anuncio en cuestión es de Q10, de Nivea.
Salen algunas mujeres explicando su secreto para mantenerse guapas, jóvenes o guapas y jóvenes.
Primero aparecen dos mujeres. Una dice "Nivea", la otra dice "Q10" y la primera vuelve a hablar y dice "¡y el amor!".
Después salen un par más hablando en algún idioma que no conozco.
Otra, cuyo secreto, además, son los diamantes.
Y al final vuelven a salir las dos del principio, una mirando a cámara y la otra besando a la primera en el cuello.

Quién iba a decir que las lesbianas usan cremas.

Inspiración Liniers